¿Como se mide el riesgo?:
La forma habitual con la que, de forma genérica,
se mide el riesgo es la volatilidad. Se trata de
un cálculo matemático que determina si el
precio de un activo durante cierto período de tiempo ha variado
mucho respecto a su valor medio.
Si un valor es muy volátil habrá
experimentado importantes cambios, por lo que será más
difícil predecir su comportamiento y, en consecuencia, incorporará
mayor incertidumbre para el inversor. Por lo tanto, a mayor
volatilidad, mayor riesgo.
Ejemplo de medición del riesgo
Supongamos dos acciones A y B cuyo precio actual
es de 100. En los últimos tres años sus cotizaciones
han sido:
El valor del activo “A” ha experimentado
una gran desviación respecto de su valor medio en 2005 (40-100=
-60) y 2006 (160-100= +60), sin embargo la diferencia de los valores
de “B” respecto a su valor medio ha sido mucho menor
(+10 en 2005 y -10 en 2006). Si calculáramos la volatilidad
de ambos valores, veríamos que la de B es inferior a la de
A, lo cual quiere decir que, en el caso de A, parece más
probable que su valor en el futuro tenga importantes variaciones
(para bien o para mal). Si este análisis lo hacemos desde
el punto de vista de la rentabilidad, diremos que quien invierta
en A puede esperar o una elevada ganancia o una elevada pérdida;
sin embargo quien lo haga en B asume (en teoría) menos riesgo
a cambio de la posibilidad de obtener una ganancia esperada inferior
o de tener que soportar una pérdida menor. Por tanto,
si quiero tener la posibilidad de obtener una elevada rentabilidad,
entre ambos activos, debería comprar el A, aunque siendo
consciente de que ello supone la posibilidad de que tenga que asumir
una elevada pérdida.
Este ejemplo es muy simple. En la práctica,
para calcular la volatilidad se utilizan mucho más que tres
datos. No obstante no se preocupe, usted no tendrá que calcularla
ya que, por lo general, será un valor que le proporcionarán
los diferentes intermediarios del mercado.
Pero supongamos que conocemos la volatilidad
de un determinado activo financiero, ¿cómo podemos
saber si es alta o baja?. Una opción sería compararla
con la de otro activo. Para ello, tendremos que asegurarnos de que
ambas se han calculado siguiendo el mismo método y que se
refieren al mismo período de tiempo. Otra posibilidad –más
sencilla-, es que este dato nos lo hayan “traducido”,
así, por ejemplo, en el caso de los fondos de inversión,
su folleto informativo nos dice si la volatilidad (calculada de
acuerdo con unos criterios fijados por la normativa) es alta, media
o baja. En otras ocasiones el riesgo estará expresado en
términos de probabilidad. Por ejemplo, nos pueden decir que
en determinado producto hay un 10% de probabilidades de tener una
pérdida superior al 7% en un año o dicho de otra forma,
en un 90% de los casos perderemos como mucho un 7% de nuestra inversión
inicial.
Las dos vertientes
del riesgo:
Una persona puede estar dispuesta a realizar
inversiones muy arriesgadas -con la esperanza de obtener una rentabilidad
alta- y estar totalmente tranquila. Otras, sin embargo, no podrán
soportar la idea de que sus inversiones sufran el más mínimo
contratiempo, por lo que no le interesará un producto que
implique alguna posibilidad de pérdida. Desde este punto
de vista, el nivel de riesgo que cada inversor asuma debe permitirle
sentirse cómodo con su decisión. Si pasamos las noches
en vela preocupados por la evolución de nuestras inversiones,
está claro que el nivel de riesgo que hemos asumido no es
el adecuado para nosotros.
Por otro lado tenemos el nivel de gasto que
podemos asumir. Es necesario que
el riesgo de nuestras inversiones esté en consonancia con
nuestra situación financiera y con nuestros objetivos.
Si queremos tener una parte de nuestros ahorros
disponibles para atender un pago dentro de tres meses, el nivel
de riesgo que debemos asumir al invertir será muy bajo, ya
que no podremos exponernos a que pasados los tres meses tengamos
menos dinero y no podamos atender el pago.
Tipos de riesgos financieros:
Todos los activos financieros,
en mayor o menor medida, incorporan algún tipo de
riesgo. Su conocimiento es fundamental antes de invertir.
A continuación se detallan los principales riesgos financieros
que se asocian a los distintos productos de inversión.
Riesgo de precio: variación
en el precio causada bien por factores específicos
del título en particular o a su emisor, bien por
factores genéricos que afectan a la evolución
de los precios en los mercados de valores (situación económica
general, noticias de índole política...).
Si invertimos en acciones de una determinada
empresa, corremos el riesgo de que en el futuro esta empresa no
logre los resultados esperados (porque los clientes dejan de comprar
sus productos o servicios, porque tiene gastos extraordinarios…),
y como consecuencia se produzca un descenso del precio de sus acciones
en el mercado.
Riesgo de tipo de interés:
Las variaciones de tipo de interés afectan al precio de los
valores de renta fija (tanto más cuanto mayor sea el plazo
que reste para su vencimiento). Cuando los tipos de interés
suben, el precio de la renta fija en cartera disminuye
y a la inversa.
Si poseo un bono a tipo fijo al que le quedan
cinco años para su vencimiento, un aumento de tipos de interés
–suponiendo que el resto de factores permanecen constantes-
tendrá como consecuencia una reducción en el precio
de mercado del bono, por lo que si necesito deshacer mi inversión
tendré que hacerlo a un precio inferior al que tenían
antes de la subida de tipos.
Riesgo de liquidez: Hace referencia
a la posibilidad de deshacer la inversión a su valor
de mercado. Una menor liquidez redundará, si el
resto de características permanecen iguales, en una mayor
rentabilidad exigida. Algunos productos tienen liquidez restirngida
a unas determinadas fechas o tienen establecidas comisiones.
En casos de liquidez extrema, puede llegar a
resultar imposible recuperar la inversión en el momento deseado.
Con carácter general, puede decirse que
los valores cotizados son muy líquidos ya que es fácil
venderlos a un valor cierto (la cotización que en ese momento
tengan en el mercado).
Por el contrario un inmueble es poco líquido
ya que hay mayor incertidumbre sobre cuál es su verdadero
valor, los costes asociados a la venta pueden ser significativos
y si nos corre prisa venderlo, probablemente tendremos que rebajar
el precio.
Riesgo de divisa: Es posible
que el valor de las inversiones se vea afectado por las variaciones
en los tipos de cambio.
Si un inversor español adquiere acciones
en dólares, la depreciación -pérdida de valor-
del dólar frente al euro incidiría de forma negativa
en la rentabilidad final.